Gabinete Caligari

Bailando por un voto

La campaña electoral en medio de la cual nos encontramos ha resultado decepcionante sobre todo por un motivo fundamental: atenta contra la inteligencia de los votantes.

No importa de qué partido provenga ni en qué medio se difunda, todas las manifestaciones que como parte de esa campaña han llegado hasta los ojos y oídos del potencial votante lo pueden dejar con la sensación, primero de tener información sesgada e incompleta y segundo, de que no se le está dando la importancia debida a estas elecciones que parecen ser nada más una formalidad en medio de lo que consideran la carrera electoral verdaderamente importante que es la carrera presidencial.

Lo que más abunda son las consignas totalmente vacías pasando por mensajes subliminales y obvias alusiones a la divinidad, que curiosamente la Iglesia no ha objetado en aquello de mezclar la política con la religión, tan celosa que ha sido y es por mantener las cosas de Dios en su lugar como quieren hacernos creer con el tristemente célebre asunto del retiro del mosaico de la fachada de Catedral y para el cual, cada día, los argumentos y justificaciones se tornan cada vez más increíbles.

Nadie ha reclamado nada porque el actual alcalde capitalino utilice el símbolo de El Divino Salvador del Mundo como parte de su simbología de campaña ni tampoco que, aunque dice que no utiliza los recursos de la alcaldía, se ven numerosos Mupis con letreros alusivos a su campaña.

¿Qué es el Salvador del Mundo: el símbolo de la ciudad según la alcaldía o el santo patrono de nuestro país que se celebra anualmente según la tradición católica? Que alguien se lo quiera apropiar con fines electoreros me parece negativo, me perdonan ustedes. Cada cosa en su lugar. No se puede estar utilizando la simbología religiosa para lograr un voto.

Luego, la campaña del FMLN es muy débil. Si lo que desean es ganar nuevos votantes, me temo que no lo van a lograr con los ocasionales spots televisivos que han mostrado y que quieren aludir a una especie de sentimentalismo que se diluye en medio de las agresivas campañas que despliegan por la televisión los demás partidos.

Hay algo de lo que carecen las campañas de todos y es que nadie está dando a conocer cuáles son sus propuestas o su plataforma política. ¿Sabe usted qué le ofrecen los candidatos de los otros partidos si llegan a la alcaldía? Quizás lo sabe si se toma el trabajo de ir a una de sus reuniones, pero si, como muchos, le toca tragarse la propaganda electoral desde su carro, su casa, internet o la calle, será mucho más difícil que sepa cuáles son esas propuestas.

 El votante tiene prácticamente que hacer una labor de investigación y rastrear diversos programas de información, reportajes en periódicos y ojalá algún reportaje en internet para poder tener alguna leve idea de qué es lo que el partido político por el que piensa votar ofrece como promesa de campaña. A fin de cuentas, lo que ofrecen los partidos en estas temporadas son sueños, ilusiones. Pero lo que menos he sentido que me han ofrecido son ganas de soñar.

Preocupados como están los partidos por el voto por caras para los diputados, los diferentes partidos políticos se han preocupado sobre todo por vendernos los rostros de sus candidatos a diputados y, en el mejor de los casos, sus currículos, para que los reconozcamos y sepamos “quiénes son” y para que eso nos de confianza de votarlos. Ojalá que lo que dicen en cuanto a sus curriculums sea cierto y no resulte como aquel diputado que salió en internet intentando leer un documento en la plenaria y que tenía el nivel de lectura de un muchachito de primer grado.

El empeño por vendernos candidatos individuales es más obvio cuando uno anda por la ciudad y donde en absolutamente cada rincón aparecen rostros y nombres de gente que es candidata a diputado de todos los partidos posibles, ofreciéndonos medias sonrisas, porque por desgracia muchos de ellos ni siquiera saben sonreír con sinceridad. Sonrisas congeladas, sonrisas tiesas, sonrisas fingidas, sonrisas mal hechas. Y qué se puede esperar de una persona que ha olvidado cómo se sonríe desde el fondo del corazón.

De hecho, no hay necesidad de salir de casa para ser atosigado por esta propaganda: debajo de mi puerta han aparecido calendarios de bolsillo, volantes, papelitos, papelotes, todos llenos de caras serias, circunspectas, trágicas, cómicas, de aspirantes a las diputaciones por toda clase de partidos que antes se llamaban de un modo y ahora se llaman de otro aunque siguen siendo los mismos que ya sabemos.

Si estás viendo la televisión, estás siendo bombardeado por los candidatos a diputado que con cara de regaño te dicen que todo está mal, como si ya no lo supiéramos, y que ellos, puestos a trabajar para nosotros, harán que las cosas mejoren, aunque siguen sin decirnos cómo ni por qué ni con qué herramientas.

Pero quizás las actividades electoreras que más cejas han elevado sean las que ocurren fuera de los medios públicos, aparentemente, porque en estos sagrados tiempos del internet, todo tiene un efecto boomerang y termina llegando al conocimiento general.

Es así como se ha hecho pública la foto de una candidata bailando con un bolo en el centro de la capital y que le dio la vuelta a internet. A ver si el bolito se acuerda de votar por ella por haberle concedido la pieza… Esta misma candidata echa tortillas como la más experta, se para en el camión de la basura y se acomoda canastos (junto con otra señora, no crean que solita), queriéndonos vender una imagen de popular que por supuesto muy pocos le creen. Esto provocó una reacción en cadena ya que otras candidatas de otros partidos no quisieron quedarse atrás y se tomaron la respectiva foto echando tortillas.

No sé qué dirá esta misma candidata bailarina, cuando su mismo partido utiliza a jovencitas con camisetas con el lema de que “las más sexis” están con su partido, o de otras muchachas que andan a panza pelada, enseñando el ombligo, con la foto de alguno de los aspirantes a diputados por el mismo partido en el pecho.

De igual mal gusto fue una foto de unas jovencitas bailando tubo frente a unos niños en una actividad que tenía banderas partidarias. O sea, las mujeres son ofrecidas como carteleras vivas de propaganda electoral. Y ellas que lo permiten.

No han faltado por supuesto las acusaciones de lo que los partidos en las correspondientes alcaldías en gobierno han hecho mal pero la única propuesta que hacen los oponentes es decir que eso cambiará con un nuevo alcalde.

Una campaña electoral debería ser sobre todo informativa y debería estar enfocada al electorado que, en su mayoría, no forma parte activa de ningún partido político, no siente simpatía por ninguno, está decepcionado o es indiferente a la política. A ellos es a los que hay que convencer de votar y cuyo voto hay que ganar. A ellos es a quienes hay que mover y convencer de ejercer su derecho de decidir quiénes quieren que sean sus gobernantes. Pero dudo mucho que con una campaña electoral tan dispersa y vacía como la que estamos viviendo eso vaya a lograrse.

De remate tenemos la pobre y tardía explicación del Tribunal Supremo Electoral de cómo debe votarse, lo cual viene a sumarse a una situación de apatía y confusión que podría dar como resultado mucho voto nulo.

Pero ya sabemos que en tiempos de campaña es común ver a los candidatos ejerciendo un papel que en tiempos normales ni se les ocurre. También sabemos que en cuanto pasen las elecciones, todos volverán a sus rutinas y las promesas de campaña caerán en el olvido.

 Ya sabemos que todos estos candidatos bailarines y sonrientes desaparecerán de nuestro horizonte tan pronto como el voto esté dado. Los que queden elegidos serán vistos de vez en cuando en los noticieros y en los periódicos. Pero si usted pretende cargar un canasto con ellos por la calle o pedirles que bailen una pieza con usted, olvídelo. A menos que se trate de época electoral. Porque en campaña sí, le sonríen, le dan la mano, le regalan calendarios, le dirigen la palabra. Hasta bailan con usted con tal de lograr su voto.

(Publicado domingo 4 de marzo 2012, revista Séptimo Sentido de La Prensa Gráfica).

3 Comments

  1. Susana says

    me encanta!!! hasta aquí me tienen mareada con imàgenes,banderas y todas esas poses ridículas de las que hablas; la frase que màs me gustó fue “Y qué se puede esperar de una persona que ha olvidado cómo se sonríe desde el fondo del corazón”
    Recordé a Benedetti “seré curioso señor ministro ¿de qué se ríe?”
    Felicitaciones por decir las cosas con palabras tàn mesuradas.

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